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martes, 19 de noviembre de 2013

El Apocalipsis según Leonardo Castellani, libro de Alfredo Sáenz, S.J. (1068)




InfoCatólica-Eleuterio Fernández Guzmán (5.10.13):  “A decir verdad, algunas de las interpretaciones que nos ofrecerá el genial Castellani son muy personales y no estamos obligados a hacerlas nuestras. Con todo, sus intuiciones resultan frecuentemente brillantes y, según decíamos, se respaldan en el aval de grandes pensadores.”

Estas palabras, puestas en la Introducción (P. 3) de este Libro de Alfredo Sáenz, S.J. nos ponen sobre la pista del sentido del mismo y nos advierten que, a pesar de lo que, en muchas ocasiones podamos pensar sobre lo escrito por Leonardo Castellani, lo bien cierto es que no tenerlo en cuenta por alguna que otra diferencia de matiz es perder lo que tiene de valor para el creyente.

Para estudiar y analizar el tema del Apocalipsis en la obra de Leonardo Castellani, S.J., el autor de este libro lo divide en las siguientes partes:

1. El Apocalipsis y la Teología de la Historia
2. Las reluctancias frente al Apocalipsis
3. El Apocalipsis como drama
4. La victoria de Cristo y el Milenio
5. El último remezón
6. Ni optimismo ni pesimismo, sino esperanza

1. El Apocalipsis y la Teología de la Historia

Aunque este libro de las Sagradas Escrituras pueda parecer muy enigmático, lo bien cierto es que tiene, como centro de su estructura, como base que luego se desarrolla a lo largo del mismo lo que supone la persecución de los discípulos de Cristo y, al final de toda la misma, la victoria de Jesucristo sobre sus enemigos y los de su Iglesia.

Dice el autor del libro, Alfredo Sáenz, S. J. que (p. 6) “La gran dificultad para penetrar en el sentido del Apocalipsis es su estilo. No debe ser interpretado, señala Castellani, como si se tratase de una historia lineal, sino según las leyes propias del hablar profético. Como se sabe, en el Apocalipsis encontramos diversos septenarios: el de las Iglesias, que examina los diversos estadios de la historia de la Iglesia; el de las Trompetas o Tubas, que recorre las sucesivas herejías que se han ido manifestando en el curso de los siglos, hasta la última; el de los Sellos, que describe la curva del progreso y de la decadencia del cristianismo en el mundo; el de las Copas o Redomas, que preanuncia las calamidades de los tiempos postreros, los castigos de Dios a la Gran Apostasía”.

¿A qué se refiere, en el fondo, el Apocalipsis?

A tenor de lo dicho por Castellani (p.7) “El Apokalypsis es una profecía referente a la Segunda Venida de Cristo (dogma de fe que está en el Credo) con todo cuanto la prepara y anuncia, que es ni más ni menos que el desarrollarse en continua pugna de las Dos Ciudades, la Ciudad de Dios y la del Hombre”. Refiere, en este punto, a un texto de este libro de las Sagradas Escrituras (1,8) cuando se dice que Cristo es el que es, el que era y el que va a venir. Así (p. 8) “Con la expresión el que es, el nombre mismo que Dios se dio cara a Moisés, se alude, escribe Castellani, a la existencia eterna de Dios; al decirse el que era, se quiere significar la existencia temporal de Cristo, que tuvo principio y término en la tierra; y con la fórmula el que vendrá, el que está por venir, el erjómenos, se hace referencia al futuro de quien está viniéndose”.

Al fin y al cabo, Apocalipsis y sentido teológico de la historia son dos realidades que tienen, como bien demuestran autor y comentado por el mismo, una relación más que estrecha.

2. Las reluctancias frente al Apocalipsis

Ciertamente lo que se puede leer en este el último libro de la Biblia no es de lo más agradable que un ser humano mundano o carnal pueda tener como bueno o benéfico para su existencia. Por eso, por la necesidad que tiene el hombre de definirse ante determinada realidad (también espiritual) dice (p. 9) “Castellani que frente al trascendental tema del «sentido de la historia», se han dado dos posiciones igualmente falsas, o mejor, dos actitudes heterodoxamente proféticas: una agorera y otra eufórica, que pueden ejemplificarse con facilidad en la actual literatura social o filosófica.

La primera de ellas podría enunciarse así: “Todo es inútil, no se puede hacer absolutamente nada”. Dicha tesitura es advertible en el existencialismo ateo, así como en diversas obras al estilo de El ocaso de Occidente de Spengler, quien documentó con admirable erudición el estado de ánimo del pesimismo radical: nuestra civilización ha llegado al término de su devenir, al agotamiento senil e irreversible, contra lo cual no hay nada que hacer. Una posición semejante la encontramos en Luis Klages, Benedetto Croce, y tantos otros, que desahucian al Occidente de manera implacable, extendiendo el certificado de defunción al acontecer histórico.La otra posición, de euforia atolondrada e infantil, es la más generalizada. Quizás haya encontrado su mejor expresión en la teoría espejista del Progreso Indefinido, que tanta vigencia tuvo en el siglo pasado, y que se opone tan directamente a la palabra de Cristo de que el final intraterreno será catastrófico, de que una terrible lucha precederá como agonía suprema la resolución del drama de la Historia”.

Y, como ejemplo de la primera posición ante lo que nos muestra el Apocalipsis, Renan escribió que (p.10) “El Anticristo ha cesado de alarmarnos. Nosotros sabemos que el fin del mundo no está tan cerca. Operará por medio del frío en centenares de centurias, cuando el planeta Tierra haya agotado los recursos de los senos del viejo Sol para proveer a su curso”. Nada, pues, de lo dicho en este libro sagrado tendría importancia.

Y sobre la segunda posición, optimismo sin medida ante lo que nos hace ver el Apocalipsis, dice Castellani (p. 19) “la última herejía será optimista y eufórica, ‘mesiánica’” además de sostener que (p. 10) “la enfermedad mental específica del mundo moderno es pensar que Cristo ‘no vuelve más’. Pero es que, además, pudiera parecer (ciertamente lo parece) que creyendo esto, el ser humano quiere ocupar la posición que ocupa, por derecho, Dios mismo, pues el sistema que actualmente rige en el mundo (al menos el occidental en el que vivimos y existimos) produce una falsificación del cristianismo (p. 10) “transformándolo en una adoración del hombre; o sea, sentando al hombre en el templo de Dios, como si fuese Dios. Exalta al hombre como si sus fuerzas fuesen infinitas. Promete al hombre el reino de Dios y el paraíso en la tierra por sus propias fuerzas”.

Y tal comportamiento del ser humano creyente , según entiende Castellani (p. 11) “la señal más cierta de la aproximación del Anticristo será cuando la Iglesia no querrá ocuparse de él, conforme dice San Pablo: ‘cuando digan, henos aquí en plena paz y prosperidad, entonces súbito vendrá la pataleta’ (1 Tes 5, 3)”.

3. El Apocalipsis como drama – 
4. La victoria de Cristo y el Milenio 
5. El último remezón

Estas partes del libro de Alfredo Sáenz, S.J. son, con mucho, la más extensas del mismo. Y lo es porque refiere (p.12) “El contenido mismo del Apocalipsis” porque “nos expone un drama impresionante, el de la secular lucha entre el bien y el mal, ahora llegada a su culminación, y por ende radicalizada. El P. Castellani lo escruta con toda la inteligencia y la inspiración del teólogo y del poeta que es a la vez”.

Por ser estas partes muy interesantes de acuerdo a lo que en ella se nos dice sobre el verdadero sentido del último libro de las Sagradas Escrituras, hacemos artículo aparte.

6. Ni optimismo ni pesimismo, sino esperanza

Aunque hayamos dejado para otro artículo el meollo del Apocalipsis, lo bien cierto es que este libro sagrado pudiera dar la impresión de ser apto para tener, acerca de su sentido y significado, como hemos dicho arriba, posiciones encontradas.

Sin embargo, escribe Alfredo Sáenz, S.J. que ni una cosa (optimismo) ni la otra (pesimismo) puede ser lo que aquí ocupe el primer plano de esta realidad espiritual. Es, en cambio, lo que supone mantener la esperanza en la Segunda Venida de Cristo lo que es crucial para la comprensión de lo que San Juan escribe según lo que le fue dado vera.

Así, dice el autor de este libro que (p. 39) “Resulta curioso, pero el Señor, en su Discurso Esjatológico, tras preanunciar las cosas más espeluznantes: Será la tribulación más grande que ha existido desde el principio del mundo hasta el presente ni volverá a haberla; los hombres se morirán de terror y de ansiedad por las cosas que vendrán sobre el mundo; las fuerzas cósmicas se desatarán… (cf. Mt 24, 21 ss.; Lc 21, 23 ss.), concluye: ‘Entonces cobrad ánimo y levantad la cabeza, porque está cerca vuestra salvación’ (Lc 21, 28). Es la actitud compleja del cristiano, cuya fe le asegura que este aión, este ciclo de la Creación, tendrá su fin, precedido por una tremenda agonía, pero será seguido de una espléndida reconstrucción. Bien señala nuestro autor que, por una paradoja de la psicología profunda, esta literatura ‘pesimista’ ha sostenido el ‘optimismo’ constructivo del Cristianismo. En las épocas en que la Iglesia vivió en el temblor y en la proclamación osada de la ‘inminente Parusía’ es cuando proyectó la Cristiandad, como en los tiempos de San Pablo, de San Ireneo, de San Agustín…”.

¿Qué hacer, pues, ante lo que supone el Apocalipsis como libro, ciertamente, misterioso, pero lleno de luz para el creyente en Dios Todopoderoso?

En primer lugar (p. 43) “El Apocalipsis es, pues, un libro de esperanza, no un libro hecho para infundir miedo, sino para consolar y fortificar a los que se sienten acosados por el temor de un futuro pavoroso”.

Y, en segundo lugar (p.43) “La conclusión de este análisis sobre el Apocalipsis no es permanecer con los brazos cruzados, sino preparar el espíritu para épocas bravías, disponiéndonos convenientemente a enfrentar la apostasía con lucidez y coraje, al tiempo que trabajando en favor de la verdad conculcada. Dicho propósito no será estéril, ni quedará sin recompensa.”

Demos gracias a Dios por esto. 

Fundación GRATIS DATE

No soy nada original si digo qué es GRATIS DATE porque cualquiera puede verlo en su página www.gratisdate.org. Sin embargo no siempre lo obvio puede ser dejado de lado por obvio sino que, por su bondad, hay que hacer explícito y generalizar su conocimiento.

Sin duda alguna GRATIS DATE es un regalo que Dios ha hecho al mundo católico y que, sirviéndose de algunas personas (tienen nombres y apellidos cada una de ellas) han hecho, hacen y, Dios mediante, harán posible que los creyentes en el Todopoderoso que nos consideramos miembros de la Iglesia católica podamos llevarnos a nuestros corazones muchas palabras sin las cuales no seríamos los mismos.

Por eso, el que esto escribe agradece mucho a José Rivera (+1991), José María Iraburu, Carmen Bellido y a los matrimonios Jaurrieta-Galdiano y Iraburu-Allegue que decidieran fundar GRATIS DATE como Fundación benéfica, privada, no lucrativa. Lo hicieron el 7 de junio de 1988 y, hasta ahora mismo, julio de 2013 han conseguido publicar una serie de títulos que son muy importantes para la formación del católico.

Como tal fundación, sin ánimo de lucro, difunden las obras de una forma original que consiste, sobre todo, en enviar a Hispanoamérica los ejemplares que, desde aquellas tierras se les piden y hacerlo de forma gratuita. Si, hasta 2011 habían sido 277.698 los ejemplares publicados es fácil pensar que a día de la fecha estén casi cerca de los 300.000. De tales ejemplares, un tanto por ciento muy alto (80% en 2011) eran enviados, como decimos, a Hispanoamérica.

De tal forman hacen efectivo aquel “gratis lo recibisteis, dadlo gratis” (Mt 10,8) y, también, “dad y se os dará” (Lc 6,38) pues, como es de imaginar no son contrarios a las donaciones que se puedan hacer a favor de la Fundación. Además, claro, se venden ejemplares a precios muy, pero que muy, económicos, a quien quiera comprarlos.

Es fácil pensar que la labor evangelizadora de la Fundación GRATIS DATE ha des estar siendo muy grande y que Dios pagará ampliamente la dedicación que desde la misma se hace a favor de tantos hermanos y hermanas en la fe.

Eleuterio Fernández Guzmán